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Cultura
La tecnología se convierte en el «lápiz» de la escritura
La revolución digital se ha revelado, según los expertos, en un aliado que aporta palabras nuevas y ha incentivado la escritura a través de internet También proporciona herramientas que ayudan a perfeccionar la calidad del lenguaje
J. Ors
Los ordenadores han animado a muchos a escribir en internet sus experiencias o sus historias
Madrid- La Feria del Libro ha hermanado, en la edición de este año, a las ciencias y las letras, los dos conocimientos universales, separados, en realidad, por una rivalidad inexistente. El avance de las tecnologías y su integración en la vida cotidiana ha hecho que algunos gurús del pensamiento negativo pronostiquen un empobrecimiento de la llamada cultura humanista. Sin embargo, sucede lo contrario. José Luis González Quirós, investigador del Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, pronunció ayer una ponencia en el pabellón del Círculo de Lectores en la Feria del Libro. Su tesis es clara: «La ciencia y la tecnología son beneficiosas para la lengua. Ayudan a incrementar su precisión. Además, cuando la jerga especializada de una profesión como, por ejemplo, la física, impregna la lengua ordinaria, potencia sus recursos, la hace más viva y ayudan a forjar nuevas ideas y conceptos». Para él, el impacto de los medios audiovisuales, los ordenadores y la red han modificado la relación del hombre con el lenguaje, pero no la ha perjudicado.
Correo electrónico y «blogs». El filólogo y escritor José Antonio Millán afirma: «Hubo un momento en que parecía que las nuevas tecnologías se habían olvidado de la escritura. Fue con el auge del teléfono o el fax. Pero a raíz del correo y los “blogs”, resulta que hay un montón de personas escribiendo todo el rato, incluso más que hace 10 ó 15 años. El fenómeno de los “blogs” ha lanzado a escritores y personas que sólo podían aspirar a ver un artículo suyo en la revista del colegio y que ahora ejercen el acto de la escritura». Para Millán, este hecho tiene una ventaja: internet ha logrado que no existan mediadores y que «se abra el panorama de la escritura. Hay diferentes estilos, unos orales, y otros construidos con una gran perfección. Esta variedad enriquece la palabra». Para Quirós, «el ordenador potencia la escritura. Hay una correspondencia epistolar mayor. Hay correctores, diccionarios de sinónimos y programas que ayudan, a los que lo deseen, a mejorar la calidad de la lengua».
También existe una contrapartida: «La facilidad invita a la chapuza. La democratización de la cultura conlleva este riesgo. Con un coche vemos más paisajes que con una carroza, pero también corremos el peligro de pasar por encima. La tecnología es la cumbre del conocimiento y a través suyo se puede aumentar la calidad de la lengua, pero también habrá una literatura más grosera». Esta revolución digital no se limita a una cuestión epidérmica. Es honda. «El lenguaje se ha simplificado, es más directo -comenta Quirós-. Las novelas, por ejemplo, se ha contaminado de lo visual. Hay quien escribe como ve. Las descripciones se han reducido y en ocasiones remiten a un modelo tipo de esta cultura visual». Esto no conlleva que la prosa narrativa padezca una preocupante anemia. Simplemente ha cambiado y ha evolucionado, y ha incorporado un vocabulario nuevo y distinto. «Todas las innovaciones tecnológicas -dice Millán- han traído palabras que, al pasar a la lengua corriente, desatan la alarma. Entran en su forma más cruda, pero, poco a poco, se adaptan y se olvida que hayan sido importadas. Fútbol y gol vienen del inglés y no hay palabras más españolas hoy en día. Lo mismo sucederá con “software” o “web”. Hoy en día, al entrar el ordenador en las casas, las personas pueden estar manejando entre 100 y 500 palabras nuevas». Y, después, añade: «La ciencia y la tecnología están enriqueciendo el vocabulario. La lengua adaptará o rechazará determinadas palabras, pero eso no se puede hacer por decreto. Es el hablante el que deja de usar o el que se queda con un vocablo».
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