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Sociedad
Polvo somos y en diamantes nos convertiremos
Miguel Carbonell
El color de las joyas depende de las cenizas
Madrid- El último grito en servicios postmortem no es una lujosa urna para conservar las cenizas del difunto o reservar un sepulcro con vistas. La moda ahora es transformar los restos mortales de nuestro ser más querido en uno o varios diamantes para engarzarlos en una joya que podremos llevar siempre encima. Eso es lo que ofrece una singular empresa suiza a través de varias funerarias españolas.
«No somos un servicio funerario, pero tampoco vendemos diamantes». Así lo define Yasmín de la Vega, representante en España de Algordanza, la firma que ha logrado convertir el mortal polvo al que estamos condenados a convertirnos en dinero. Por un precio que varía entre los 3.700 y los 15.500 euros, Algordanza «se ocupa de todo», asegura. Desde la recogida de las cenizas, el traslado a su sede central en Neuchatel y la posibilidad de que los familiares hagan un seguimiento exhaustivo del proceso, que dura varias semanas. También se analizan los restos y se manda un exhaustivo informe a los herederos. Una vez obtenidas las joyas, cuyo tamaño varía según la calidad de las cenizas y las preferencias del cliente, la firma expende un documento que certifica la autenticidad de los diamantes y que se han creado exclusivamente a partir de las cenizas del finado.
Las joyas suelen enviarse a los familiares cortados y pulidos, aunque «algunos los piden en bruto por cuestiones sentimentales, como cuando se trata del fallecimiento de un niño», dice la firma. Se presenta en una elegante caja, aunque también se puede pedir sobre un pedestal o enviarla directamente al joyero de elección del cliente para que la engarce en un anillo o colgante, la opción más común.
«Las cenizas pueden ser recién incineradas tras las exequias o tener 40 años –asegura De la Vega–, todo depende de algo tan personal como es el duelo familiar por un ser querido». Eso sí, la compañía certifica que cada diamante será único, incluyendo el color. «Debido al hecho de que nuestro proceso científico respeta la naturaleza de las cenizas y no agrega color ni grafito (un mineral utilizado en la fabricación de diamantes sintéticos) en su proceso de transformación, los diamantes resultantes siempre son distintos unos de otros y tienen una tonalidad azulada por la presencia de boro en el organismo. A mayor presencia de boro, más intenso será el azul, de modo que así como cada persona y cada vida son únicas, cada diamante es también único e irrepetible.
Un cliente barcelonés de Algordanza asegura «estar en negociaciones» con la empresa con el fin de hacer en el futuro dos diamantes para sus hijas. «La idea surgió mientras estaba enfermo de cáncer, pero ahora me han operado y estoy bien» asegura el paciente, de 73 años.
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